Humedad de amaneceres
sobre poroso piso gris
despierto con el aroma
a metálico pez
moribundo
y un sabor a niño
salado
en la Avenida de Los
Poetas.
Revivo ahora el escape a la panadería.
Orejas dulces y tostadas me esperan
en la esquina que todo lo oye.
El Secreto es un
oleaje que rompe
entre Los Masones y El
Cuartel
Las orejas saben a un
mundo y sus rumores.
Muerdo los ecos de las
profecías nacionales.
Lo perdido entra por
la boca y por los oídos.
Daniel Santos le dice
adiós a los muchachos
Benny Moré todavía
pregunta cómo fue
Ramiro nace en todos
los balcones
Juanito Alimaña
merodea por ahí
y el loco de la
esquina de siempre
sabe que con cédula o
sin cédula
la batida, al igual
que el tiempo
se lo llevará.
Abro los ojos y me
acaricia el viento
Y con él vuela el olor
de mis orejas.
Aúlla ahora la memoria
involuntaria
ante los escombros y
los muertos
silenciados bajo la
Cinta Costera.
Desde entonces
las orejas me saben a
nada
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