miércoles, 18 de mayo de 2011

Dedicado al lugar que me vio nacer

El Elefante Blanco, como todos los animalitos buenos, duerme, sueña
y al soñar calma llantos de niños sin-por-qué lanzados al mundo.

Este Elefante Blanco, al igual que los animalitos buenos, necesita dormir, soñar
y correr en lo más hondo del deseo mueto
jugar con su trompa en el lodo de la miseria
y sacar del fango a hombres y mujeres seducidos por las suaves delicias de la muerte.

¡Qué grande es abrir las piernas y parir a los héroes de la Patria!
El Elefante lo sabe, tiene memoria
y por eso lo quieren lejos.

Al Elefante Blanco lo acusan de ladrón
de espacio, de inversiones, de progreso
y de otros espejitos más.
¡Tontos! ¿No reconocen a un ladrón fino?
acúsenlo por robarle niños a los mundos invisibles
y vestirlos de piel olorosa y fresca
fresca de la vida que brota sin permiso
fresca de la vida que el dólar niega.

Si el Elefante Blanco despierta un día
y se pierde en La Ciudad del Nomeacuerdo
correrá aterrado junto al Unicornio Azul
tras el mar que le fue arrebatado a sus hijos.

2 comentarios:

Sarco Lange dijo...

Entre elefantes blancos que son ladrones finos y unicornios azules radiantes de cólera te envío el más fuerte y apretado abrazo desde este Chile con aroma a cenizas.

Besotes.

Kafda Vergara dijo...

Cenizas como el Ave Fénix. Mira, ese es el que faltaba para la trilogía de guerra. Guerra contra los que destruyen lo bello, sobre todo si salva vidas.
El Elefante Blanco es el nombre cariñoso del Hospital Sto. Tomás, uno de los más antiguos de la República y donde para disgusto de algunos constructores de torres miamescas y horribles nací yo, porque no los dejaré dormir de por vida como se les ocurra desaparecerlo. La voz acaricia pero también ataca.
Gracias por estar siempre por aquí. Un gran besoy mucha salud.