Hay algo en mí que no Es ni predica.
Ese no-ser llama a mi puerta
con el único lenguaje que conoce: el silencio.
El mismo que impedía abrir mis alas
y batirlas en una lengua dulce
ahora es un vals irreverente
para asustar cual turba de guerreros rojos
a la muerte.
Hay algo en mí que no Es pero quiere ser nombrado
para predicar incesantemente con tu sombra.