domingo, 22 de febrero de 2009

La música te llama


Porque sin recuerdos
sin anécdotas, ni historias
sin esa sonrisa cómplice que rompe la amargura
la música se muere
y se hace muerte.

Sin ese abrir y cerrar de ojos furtivo
la música es una excusa
un escape, una sombra
una cuenta bancaria en las grandes bolsas
que les da igual vender cedés o papas fritas
ensangrentadas de manitas chinas.

La música que no es recuerdo no es música
y en su paso despiadado nos consume a todos
con cada exito de ventas
programado para tres meses.

Una canción que no rescate el momento
se comsume a sí misma
como un orgasmo sin un "Te quiero"
enmurallando nuestro acceso al infinito.

La música hoy llama a otros Horacio Guaraníes
para gritar en nombre de lo poco que nos queda de humanos:
"Si se calla el cantor calla la vida
porque la vida, la vida misma es todo un canto".

Leer el arroz


A Chana, que era india pero no pendeja

Aprender el ABC significaba, al menos hace un par de años atrás, el privilegio y el deber ciudadano de leerle el periódico a esa abuela que nunca supo de civilización, de normas aristotélicas, de los peligros de esa "lengua suelta" con la que Antonio de Nebrija asustara a la ambiciosa Reina Isabel de Castilla, y cuya sujeción arrastró también la nuestra, junto con la Espada y la Cruz.

El progreso llamó a estas abuelas analfabetas, por desconocer las trampas de las inseparables Alpha y Betha. Ni siquiera Roma se dignaba en acariciar el verbo del espíritu mestizo de estas mujeres, pues la santa misa, la misma que glorificaba y condenaba a la vez, era cantada en latín.

Leerle el periódico a la abuelita era pues, un acto de redención para esos ancestros encerrados en su mundo adolorido e incivilizado de indio emplumao'... o al menos así me lo tronaba la iglesia, la escuela y las películas de John Wayne. Y por poco quedo sorda.

"Valla y léale el periódico a la abuela que a ella le gusta eso". Me decían. "Pobrecita, que ella no sabe leer. Nunca fue a la escuela".

- ¿No sabe leer? - Eso me hicieron creer.

Entonces tomaba yo ese pedazo ridículo de papel, atiborrado de "palabras importantes", y me acercaba con un extraño orgullo donde esta anciana.

Imposibe no sentirse "salvadora", pensar que le haría saber a la abuela cosas de las que no se enteraba. "Yo sé leer, y se lo voy a demostrar a la abuelita, y se va a enterar de las noticias, y se va a poner contenta... y me va a decir que soy MUY inteligente..." Delirios de un piojito de seis años. En buen panameño, una culicagada.

Lo que nunca le conté a la gente grande fue que el silencio y la mirada romántica de esta anciana me detenían. Con la batea sostenida en su regazo, la abuelita no dejaba de mirar detenidamente unos granos de arroz. Su mano derecha los revolvía y los tiraba continua y dulcemente, una y otra vez. Puedo hasta oir el susurro de los granos de arroz cayendo como cascadita sobre la batea.

Ssshhhssshhhssshhhssshhhssshhh...

Qué suave, me muero.

- Abuelita, ¿Quieres que te lea? -

- Dele pues -

Sepa alguien qué salió de mi boca al leer el titular de la noticias. Si solté en-mé-to-do-si-lá-bi-co a la Thatcher, al Pinochet, a las Malvinas o a algún sandinista. ¿Y qué importa? Sé que no terminé palabra alguna cuando un lenguetazo sonoro entró nuevamente por mis pequeños oídos.

Ssshhhssshhhssshhhssshhhssshhh

El arroz, que si lo ven bien tiene forma de lengüita, cantaba serenamente entre los dedos de la callada anciana. La cascada de arroz daba brinquitos sobre la suavidad de esa madera porosa de árbol dolido, y en cada golpecito de arroz surgía en mí una pregunta... y todas las respuestas.

Reagan y la Unión Soviética cayeron al piso. Mis manos sólo querían sostener las faldas de la abuelita y seguir oyendo ese susurro de vida del que nadie parecía disfrutar.

SSSHHHSSSHHHSSSHHHSSSHHH

He aquí que realicé, llevada de la mano de mi abuelita, mi primera lectura del arroz.

Y de esto todavía no se enteran los grandes. ¿O a poco ustedes crecieron?

Queda entre nos.


Pronto, si la gente grande me deja, la segunda lectura del arroz, y de otras cosas más.



miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Poco atractivo?


Este recorte declara:

"El Municipio de Panamá invirtió unos 25 mil dólares para embellecer la entrada al barrio de San Felipe. Según una nota de prensa de la entidad, es un ‘nuevo atractivo para beneficio de los miles de residentes y turistas’, pero al lado permanece el poco atractivo muelle fiscal".


Cuando Moral, Ética y Estética no armonizan, los periodistas nos sentencian con declaraciones TÉTRICAS.

Advertencia de una ciudadana mamarracha: Señor o señora turista, si usted lo que busca es un país de palmitas castradas a mediana estatura, maíz precocido y mujeres pre-fabricadas, por favor vállase a Miami o a otro paraíso. Acá somos 'pocos atractivos'. Yo al menos no atraigo ni a un esclavista chino.

sábado, 14 de febrero de 2009

No lo dudes

¡Claro que las brujas existen!

¿Quién crees tú que te perdió en el bosque de chiquito?

Derecho impostergable

Todo niño tiene derecho a invocar lo in-vocable
antes de que entre a la oficina
y ya sea demasiado tarde.

SuperVivencia


Allá donde empieza el paraíso
el miedo al agua es un chiste.

Allá corroe Desprecio, Abandono, Olvido.
Blanqueadores de segunda
de políticas de tercera
que alimentan miedos de cuarta.

LIQUI-DANTE REALIDAD.

"El progreso acaricia tus lares"
llenando de basura tus costas
y de cerveza tu conciencia.

Quiero llorar.

Píntate de lucha, San Miguel de la Borda.
No te diluyas
aunque la mar te reclame como a un hijo doliente.

Aunque nos reclame a todos el retorno a ese origen transparente.

miércoles, 11 de febrero de 2009

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda a un reloj

Le he dado ya tanta cuerda a este video que decidí colgarlo para compartirlo con todos ustedes. ¿Qué mejor cohesión que Julio Cortázar, Pink Floyd y King Crisom para declamarnos estas palabras tan dulces y a la vez tan punzantes? El sujeto se hace esclavo del objeto.

A propósito, qué lindos los relojes que aquí aparecen. Ya felicité al alma sensible culpable de esta belleza audio-visual.

lunes, 2 de febrero de 2009

Barraza en mi recuerdo II

Mi primer poema me lo trajo el viento. Mi primer poeta, la muerte.

Las olas susurrantes formaban palabras. Y yo, de manitas frágiles y nariz moquillosa, sólo buscaba atraparlas en el aire. Aspirarlas, hacerlas mías como la vida misma que recién ostentaba.

No quise más que la inmensidad de ese horizonte negro, el mismo que me calma y me arrulla ahora en otra dimensión, inacabable, en el todopoderoso mundo de los sueños.

Mamá me tomó con fuerza esa noche. Sin miedo pero instintiva, olió a tiempo mis ganas de escapar de mis cinco años. Poco a poco enmudecen en mis oídos las piedras del muro donde revienta el mar en la playita, las mismas que hoy se desvanecen como los niños, como las barcas, como los recuerdos.

- Ven, vamos a leer a los poetas -

Pero sólo veo unos montículos blancos con unas plaquitas, extendidos como tumbas a lo largo de la avenida.

- Y los poetas, ¿dónde están? -

- Muertos -

No dije más. ¿Y qué decir?

Preferí seguir contemplando el oscuro absorbente de la noche y esmerarme en recordar la melodía del canto marino. De pronto respiré. Respiré todo lo que pude. Era evidente. No quería irme sin nada. Quise robar, robar sin demora la muerte de los poetas.

¿Qué puede ser un poeta a tus cinco años? No me preguntén qué pasó, pero en ese 'instante privilegiado' comprendí que un poeta es alguien que muere para enseñarte a vivir.

Como tantas noches en Barraza, volví en brazos al quinto piso de El Paco y a sus tristes muros de gris metal. Pero no lo hice sola. Un fantasma solitario se escapó conmigo en la soledad de la Avenida de los Poetas... muertos.

Desde entonces respiro su aliento, aunque ya no estén las plaquitas.