domingo, 20 de diciembre de 2015

BARRAZA

Humedad de amaneceres
sobre poroso piso gris
despierto con el aroma
a metálico pez moribundo
y un sabor a niño salado
en la Avenida de Los Poetas.

Revivo ahora el escape a la panadería.
Orejas dulces y tostadas me esperan
en la esquina que todo lo oye.
El Secreto es un oleaje que rompe
entre Los Masones y El Cuartel
Las orejas saben a un mundo y sus rumores.

Muerdo los ecos de las profecías nacionales.
Lo perdido entra por la boca y por los oídos.
Daniel Santos le dice adiós a los muchachos
Benny Moré todavía pregunta cómo fue
Ramiro nace en todos los balcones
Juanito Alimaña merodea por ahí
y el loco de la esquina de siempre
sabe que con cédula o sin cédula
la batida, al igual que el tiempo
se lo llevará.

Abro los ojos y me acaricia el viento
Y con él vuela el olor de mis orejas.
Aúlla ahora la memoria involuntaria
ante los escombros y los muertos
silenciados bajo la Cinta Costera.

Desde entonces
las orejas me saben a nada
como las dulzuras ajenas.


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